“¿Qué hay en un nombre y qué hay en un precio?”

Avatar Christian Betancourt | May 8, 2017 1231 Views 4 Likes 2 On 1 Rating

1231 Views 2 On 1 Rating Rate it

“JULIETA: -¡Oh, Romeo, Romeo! ¿por qué eres tú, Romeo? Niega a tu padre y rehúsa tu nombre; o si no quieres, júrame tan sólo que me amas, y dejaré de ser una Capuleto.

ROMEO: (Aparte) ¿Continuaré oyéndola, o la hablo ahora?

JULIETA: -¡Sólo tu nombre es mi enemigo! ¡Porque tú eres tú mismo, seas o no Montesco! ¿Qué es Montesco? No es ni mano, ni pie, ni brazo, ni rostro, ni parte alguna que pertenezca a un hombre. ¡Oh, sea otro tu nombre! ¿Qué hay en un nombre? ¡Lo que llamamos rosa exhalaría el mismo grato perfume con cualquiera otra denominación! De igual modo, Romeo, aunque Romeo no se llamara, conservaría sin este título las raras perfecciones que atesora. ¡Romeo, rechaza tu nombre; y, a cambio de ese nombre, que no forma parte de ti, tómame a mí toda entera!

ROMEO:- te cojo tu palabra. Llámame sólo “amor mío”, y seré nuevamente bautizado. ¡De ahora mismo dejaré de ser Romeo!

JULIETA: -¿quién eres tú, que así, envuelto en la noche, sorprende de tal modo mis secretos?

ROMEO:-¡No sé cómo expresarte con un nombre quién soy! Mi nombre, santa adorada, me es odioso, por ser para ti un enemigo. De tenerla escrita, rasgaría esa palabra.”

Pintura de 1884 de Frank Dicksee.

Ser Montesco era un pesar para Romeo en ese momento. Su mero apellido era una señal de información en el mundo, que pertenecía a esta familia. Y el sólo hecho de ser de esa familia, era una señal para Julieta de que aquellos de los que su enamorado formaba parte eran enemigos jurados de su propia familia, los Capuletos. Una enemistad a muerte entre ambas casas que más de una tragedia causó en la célebre obra “Romeo y Julieta” de William Shakespeare. Un amor prohibido entre ambos, un deseo que por sí solo pudiese retumbar amargamente en el mundo de sus familiares si llegasen a saberlo. Y Julieta llegó a saber esto sólo por su apellido, sin la necesidad de saber las interioridades y detalles del histórico desprecio entre ambas familias, el contexto latente que había existido desde antes que ella pudiese entenderlo. Todo esta información Julieta pudo conocerla sólo por una sencilla señal, un apellido.

El mismo rol juegan los precios en el mercado, como señales que sintetizan muchísima información mundial en un condensado símbolo de entendimiento entre individuos a lo largo y ancho de las naciones. Como bien decía Friedrich A. Hayek, el precio libremente establecido es un mecanismo de cooperación internacional. Por poner un ejemplo, en la última década y media el precio de la Soja aumentó considerablemente, algo de lo que los productores campesinos de Argentina se dieron cuenta y aprovecharon a su favor produciendo el codiciado grano. Muchos de estos agricultores tal vez no se percataron que al producir Soja le hacían también un favor a quienes la consumían. No sabían que el aumento en la capacidad adquisitiva en China e India, entre otros países, además del movimiento a sectores productivos industriales en estos Estados, causó el incremento del precio de la Soya. No necesitaban saberlo, el precio libre del mercado se los había indicado. Toda esta información que permitió el beneficio mutuo la pudieron conocer los argentinos por una sencilla señal internacional, el precio, generando un valioso servicio a sus hermanos de Asia Oriental.

Obtenido en el portal de Vanguardia Juvenil Agrarista CEN de México.

Semejantes situaciones internacionales se resumen en otras señales, como la baja del precio del petróleo relacionada con las políticas saudís y el desarrollo tecnológico del fracking de empresas estadounidenses, o el precio del arroz, éste último en alzada de producción en Honduras por su incremento. El precio, como el apellido de Romeo para los Capuletos, condensa una cantidad inmensa de información que no necesitan conocer todos para entender su significado y trascendencia. Todo queda accesiblemente resumido en una señal: el precio y el nombre.

El precio es un instrumento que comprime cantidades inmensas de información y además, como ha expuesto Ronald Coase, reduce considerablemente los costos de transacción. El campesino no debe andar investigando qué cuesta más o menos, qué le favorece más a él como productor (y a los consumidores que lo reciben) porque esa sencilla señal libremente fijada se lo resume. Basta ver un número para entender los caminos.

Ello es una de las razones del porqué el Control de Precios resulta negativo. Atrofia las señales confiables, el entendimiento internacional simplificado y la cooperación entre individuos alrededor del globo. De la misma manera en que ocultar un apellido dificultaría ubicar la ascendencia y origen de una persona. El Control de Precios con ello desincentiva la producción, afectando siempre a los consumidores, nublando el panorama para los emprendedores que generan bienestar generalizado y paralizando la cooperación internacional.

Christian Betancourt

1231 Views 2 On 1 Rating Rate it