El Payaso y los Minions del Aeropuerto

Avatar Redaccion | February 23, 2015 198 Views 0 Likes 0 Ratings

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Por Calvin Duke                                                                                                         Read in English

 

Toncontin, 20 de Febrero, 1 de la tarde, llego a inmigración para tomar un vuelo para Costa Rica.

Minion 1 : “Buenas tardes, pasaporte y pase de abordar por favor” Yo, entregándolos: “Buenas tardes, aquí están”. Minion 1: “ponga los cuatros dedos en la maquina por favor… OK, ya está bien.  ¿Por qué viaja a Costa Rica?”

Yo, después de pensarlo un momento: “Disculpe, ¿porque me lo pregunta?” Minion 1: “Porque es mi trabajo”. Yo: “No entiendo, soy un extranjero que se está yendo a otro país extranjero. Si estuviera entrando a Honduras, lo entendería, pero si me voy, que le importa al Estado de Honduras  que voy a hacer afuera”. Y el, después de mirarme sorprendido por algunos segundos: “SEGURIDAD NACIONAL”

Coño, seguridad nacional, me pasan por la mente el 9/11, la NSA, drones, ISIS… Pero me miro alrededor, la realidad regresa en un instante y empiezo a irritarme: “Voy a Costa Rica porque me da la gana”.

El Minion 1 me mira entre sorprendido y enfadado por algunos segundos, y  de repente corre a buscar la supervisora, algunos metros más allá. La Minion 2 lo escucha, se vuelta hacia mí, la cara empieza a transformarse y me dice acercándose: “Es usted, siempre usted, el maleducado que nos trata sin respeto”. Yo me pregunto a qué se refiere, y de pronto me recuerdo de un episodio de algunos meses antes, cuando conteste’ que iba a Costa Rica y desde allí a Las Vegas, dado que allá habían mejores prostitutas. En esa ocasión el minion de turno me había dejado pasar, quizás estaba de acuerdo con el juicio.

Yo: “No trato nadie sin respeto, el oficial aquí me preguntó porque iba a Costa Rica y le contesté de forma amable que porque se me daba la gana. A propósito, el supuesto oficial no tiene gafete ni uniforme, ni s sé si es realmente un oficial, quiero ver su gafete.”

Minion 1: “Y a usted ¿qué le importa que no tengo gafete? No tengo que darle explicaciones, yo soy la autoridad aquí”

Yo: “Y como sé que es usted la autoridad si no me muestra el gafete?” Minion 1: “Nosotros no tenemos que mostrar gafete, aprenda a tener respeto”.  Minion 2: “¡Es una cuestión de seguridad nacional!”. Otra vez, pienso yo, estos piensan que son un pelotón de  James Bond. “Sin embargo, yo se lo muestro igual, mire aquí”, y me lo mueve 3 o 4 veces en la cara sin que yo pueda no digo tomar el nombre, pero ni ver la foto.

Mientras, se acerca un militar uniformado, cuyo grado no sé reconocer, pero con el nombre Ramírez tatuado en la camisa. Minion 3: “¿Que pasa aquí?” Yo: “Pregunte a estos dos, no me dejan salir de aquí. A propósito, ¿puedo ver su gafete?”

El Minion 3 no contesta, agarra el celular, hace un número y empieza a mirarme fijamente en los ojos. Yo no sé que hacer y empiezo a mirar a él. Parecemos dos niños tontos que se miran de malas, el primero que parpadea pierde. Después de un rato el gana, yo agarro mi teléfono y llamo a mi abogado. “Carlos, aquí estoy al aeropuerto con un grupo de presuntos oficiales, nadie me muestra el gafete, que dicen que no me hacen pasar porque le falté el respeto.” Y Carlos: “¿Qué hiciste esta vez?”. Yo: “Le dije que iba a Costa Rica porque me daba la gana”. Carlos, después de un segundo que de seguro utilizo’ para maldecirme: “Pásame el más razonable”. Yo: “Me parece el señor Ramírez, aquí te va.”. El sargento, teniente o cabo que fuera sigue mirándome fijamente sin mover un musculo. Yo: “Carlos, creo que no quiere hablar contigo”. Carlos: “Estoy allá en diez minutos, no hagas más pendejadas”.

De repente la Minion 2 empieza a gritar: “Ahora voy a hablar con su jefe, así que aprenderá de una vez la lección”. Todos en el rayo de 20 metros se voltean a mirar la Minion 2, silencio general en la zona de inmigración. Yo, después de un rato: “No tengo un jefe, ¿a quién va a llamar?”. Y ella: “Todos tienen un jefe, ¿dónde trabaja usted?” Yo: “En (nombre de mi compañía), pero soy el propietario allí, no tengo un jefe”. Minion 2: “Entonces hablo con su embajador, ¿cómo se llama?”. Me quedo un momento asombrado por  la idea que el embajador pueda ser mi jefe, y contesto: “No lo sé”, que es verdad, nunca he pensado perder tiempo con otro parasito estatista, solo porqué nació donde nací yo. Y la Minion 2, siempre gritando: “Ahora va a ver, se lo digo yo”, y desaparece hacia la zona de embarque.

De repente llega otro hombre todo vestido de negro con la actitud de “yo soy el que manda aquí, bola de pendejos”. Big Boss se para en la silla original del Minion 1 y me pregunta: “¿Dónde va usted?” Yo: “A Costa Rica, aquí están mis documentos. A propósito, ¿podría mostrarme su gafete?”. “ Mi gafete no se lo muestro, pero mi nombre es Marvin Ochoa”. Y, hablando a Minion 1: “Vos, a ver,  ¿ya lo chequeaste?”.  Minion 1: “No, me faltó el respeto a mí  y a todos, es un maleducado que siempre nos da problemas.  Ahora me dijo que va a Costa Rica porque se le dio la gana”. Big Boss a mí: “¿Es verdad?”. Yo: “Sobre del porque voy a Costa Rica, si”. Empieza a teclear y me dice “Aquí tenemos que escribir porque viaja, por turismo, trabajo, otra cosa…pongo turismo”. Yo: “Ponga turismo. De hecho, sospechaba que era por eso, ¿por qué nadie me lo ha dicho antes?”. Big Boss no me contesta: “Aprenda a respetar la gente y se va de aquí”.

Agarro mis cosas y me dirijo hacia la zona de embarques. Allá encuentro la Minion 2 que se está regresando al escenario y me grita pasándome: “Todos tenemos un jefe, es el Dios que está en el cielo”. Yo: “Soy ateo”.  Y la Minion 2 “Ahora entiendo, usted es un (y algunos adjetivos que no entendí porque se estaba alejando, aun seguramente poco amables).

Finalmente llego en el avión y llamo a Carlos para decirle que se regrese a su oficina. El me pregunta, en tono serio: “Si hubieras estado en EEUU, ¿te hubieras comportado igual?” Me quedé callado por algunos segundos. No,Toncontin-International-Airport1 obviamente no me hubiera comportado igual, sé que si lo hubiera hecho me pudiera haber pasado de todo, desde una revisión corporal con dedo en el trasero hasta terminar en Guantánamo. Me siento culpable. Pero, después haberlo pensado un rato, le pregunto “Carlos, según ti, en EEUU ¿ellos se hubieran comportado así? Yo  creo, que me hubieran explicado por qué lo hacían, según cual ley, Sir aquí, Sir allá, y solo si yo hubiera seguido comportándome como un payaso hubieran pasado a ser realmente peligrosos.” Carlos: “Pero tú eres el anarquista, ¿no te molestan la leyes abusivas e injustas?” Yo, después haberlo pensado: “Si, obviamente sí,  pero siempre prefiero un lugar donde haya el Imperio de la ley, aun la ley sea abusiva, como todas las leyes no voluntarias, a un lugar donde haya arbitrariedad del más fuerte que es tal solo porque tiene detrás los rifles del Estado. Y importa solo en grado si él más fuerte es Hitler o un minion de aeropuerto, en principio es la misma cosa”. 

Sigo pensándolo en el avión.  Me viene a la mente lo que me hubiera dicho mi madre: “Allí estas, siempre exhibiéndote. Estos pobres señores sólo estaban haciendo su trabajo, y tu allá a hacer el payaso”. Puta, que feos los sentimientos de culpa… “Lo hiciste sólo porque eran pobres ignorantes”, sigue mi mamá, “si hubiera estado hasta un poquito peligroso hubieras agachado la cabeza”.

Y allí entendí. Es verdad, soy un cobarde, nunca hubiera tenido los huevos de un Sakharov o un Mandela, tal vez los de Snowden,  aun no estoy tan seguro.  Sin embargo, no lo puedo evitar, está en mi ADN, odio visceralmente el abuso del Estado, la violencia innecesaria, la arbitrariedad de sus minions, las grandes o pequeñas vejaciones, que sean de un Presidente que quiere reelegirse a huevos o un minion de aeropuerto que quiere impresionar a la colega bonita haciéndose el macho. Los desprecio, me duele físicamente cada vez que tengo que aguantarlos.

Así que adelante, minions, bring it on, este payaso está listo para otra ronda.


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